Historia de Lynda. Capítulo 1 - page 17

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pelo. Observo en el espejo cómo flota en el
aire, tirando de uno de los mechones de de­
lante mientras un chorro de aire abrasador
se desliza por encima y por debajo. Toda la
operación me resulta bastante desagrada­
ble. No tiene nada que ver con el silencioso
tratamiento que solían aplicarme en Palacio
para secarme y alisarme la melena median­
te nanopartículas flotantes, que absorbían la
humedad y transformaban la estructura de
las fibras capilares.
Esos lujos se han terminado para siempre.
Cuando acaban de peinarme, Dora apaga
el secador. Las dos me miran en silencio.
—Bueno, ya está —dice Dora—. Buena suerte,
Lynda.
—No soy Lynda —murmuro, observando en el
espejo ese rostro moreno y triste que no se pa­
rece en nada al mío—. No quiero ser Lynda.
—Te acostumbrarás —asegura Irina mientras
envuelve el secador en su funda térmica de
seda negra y fucsia—. Además, si lo piensas
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