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e Irina no tendrán que volver por aquí. Eran
necesarias en esta primera transformación,
para evaluar las posibles combinaciones
de peinado, color de piel, lentillas, maqui
llaje inteligente, y elegir el estilismo que
más me aleje de mi antiguo aspecto. A par
tir de ahora, mantener mi nueva imagen
será responsabilidad mía.
Dora toma entre sus dedos un mechón de
pelo mojado y lo corta de un tijeretazo. Des
pués sigue cortando. Copos de pelo oscuro
caen pesadamente sobre la capa de plástico
rosa que cubre mis hombros. Algunos resba
lan hasta las baldosas del suelo.
Irina va marcándole a Dora las líneas exac
tas por donde debe cortar con un puntero
que proyecta líneas luminosas sobre cada
mechón. Así se aseguran de que el resultado
sea perfecto.
—¿Os han dicho algo sobre la ropa que puedo
ponerme? —pregunto.
Las dos mujeres cruzan una mirada.