—¿Quién os ha dicho eso? ¿Venía en el infor
me que os dieron cuando os encargaron
este trabajo?
Irina enchufa el secador a la pared, pero no
lo enciende.
—Nos lo dijo Juliette —explica—. Dora y yo
somos sus estilistas personales. La acompaña
mos en todos sus viajes, y tenemos una rela
ción con ella… No sé si tú podrías entenderlo.
—Se llama
amistad
—resume Dora con orgu
llo—. Y no, no puede entenderlo. Pásame
una pinza, Irina. Ya casi he terminado.
El rugido del secador interrumpe la conversa
ción. Mejor. De todas formas, es inútil seguir
hablando con ellas.
Se consideran amigas de Juliette. ¡Qué estú
pidas! Claro, por eso me las ha enviado.
Sabe que puede fiarse totalmente de su leal
tad. No contarán una palabra de lo que ha
ocurrido aquí.
Irina maneja desde su tableta el cepillo que
acaba de enroscarse en las puntas de mi