Historia de Lynda. Capítulo 1 - page 16

—¿Quién os ha dicho eso? ¿Venía en el infor­
me que os dieron cuando os encargaron
este trabajo?
Irina enchufa el secador a la pared, pero no
lo enciende.
—Nos lo dijo Juliette —explica—. Dora y yo
somos sus estilistas personales. La acompaña­
mos en todos sus viajes, y tenemos una rela­
ción con ella… No sé si tú podrías entenderlo.
—Se llama
amistad
—resume Dora con orgu­
llo—. Y no, no puede entenderlo. Pásame
una pinza, Irina. Ya casi he terminado.
El rugido del secador interrumpe la conversa­
ción. Mejor. De todas formas, es inútil seguir
hablando con ellas.
Se consideran amigas de Juliette. ¡Qué estú­
pidas! Claro, por eso me las ha enviado.
Sabe que puede fiarse totalmente de su leal­
tad. No contarán una palabra de lo que ha
ocurrido aquí.
Irina maneja desde su tableta el cepillo que
acaba de enroscarse en las puntas de mi
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