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cuando termine, las dos se irán. Es posible
que nunca más vuelva a hablar con alguien
de Sweet Pink.
—¿A vosotras os parece bien todo esto?
—pregunto, y se me quiebra la voz—. ¿Os
parece bien lo que están haciendo conmigo?
Yo no he cometido ningún crimen. Querían
mi imagen y se la di. Querían mi voz y se la
presté. Querían grabar un disco y grabamos
el disco. ¿Os parece que es justo lo que me
están haciendo?
—Yo también pasé el examen de la marca,
hace ahora unos diez años —contesta Dora
con la vista fija en el mechón de pelo que
está cortando—. Puede que mi nota no fuera
de las mejores, pero desde que me admitie
ron tuve bien clara una cosa: todo lo que soy
se lo debo a Sweet Pink. Y yo no soy nadie
para opinar sobre las decisiones que toma
la empresa.
—No puedes esperar que te entendamos
—añade Irina—. Tú lo has tenido todo y has
sido una desagradecida. Por tu culpa, otra
chica se quedó fuera en el examen. La marca
apostó por ti y tú nunca lo has valorado.