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jardín, entonces yo podría… Podría conse
guir que me sentasen a su lado. Y hablan
do con ella, tal vez…
Pero no. Eso nunca ocurrirá.
No ocurrirá porque Sara Lear hamuerto.Eso
era justamente lo que contaba la noticia.
Fallecida en un accidente de esquí. Las
imágenes eran escalofriantes. Un plástico
rojo sobre la nieve. Sangre. Sirenas y vo
ces conmocionadas, declaraciones de las
personas que la atendieron a pie de pista.
Ya estaba muerta cuando llegaron. Se gol
peó en la cabeza. No pudieron hacer nada.
—Pobre chica —comentó Mouse con la
boca llena de burrito—. Estaba buenísima.
—No hables así de ella —le respondí entre
dientes.
Mouse tragó la comida que tenía en la
boca mientras me miraba como si yo fuese
un animal en peligro de extinción.