Al menos, él cree que lo somos.Y yo quie
ro creerlo también.
Durante muchos años, en la cantera, prác
ticamente solo nos teníamos el uno al otro.
En los momentos duros, no sé si habría po
dido sobrevivir sin él. Estábamos muy
unidos.
Pero ahora, lo tengo aquí en mi casa y de
repente lo veo como a un extraño. Trato
de actuar como si nada hubiese cambiado,
como si aún estuviéramos en aquellas des
tartaladas habitaciones de hotel que com
partíamos durante las concentraciones.
Sin embargo, ya no es igual. No es igual
porque yo ya no soy el mismo que enton
ces. Mouse sigue haciendo los mismos
chistes, comiendo los mismos cereales
para desayunar y conservando como mas
cota un calcetín lleno de agujeros de cuan
do tenía diez años al que llama Barny.
Y mientras tanto, yo… ¿En qué me he con
vertido? Ni siquiera lo sé.
Supongo que, si tuviera que resumir quién
soy, diría que soy el creador del mundo de