Hasta que, de repente, oí un nombre. Un
nombre que captó toda mi atención.
Sara Lear. Estaban hablando de Sara, la
cantante de Sweet Pink.
En una ocasión hablé con ella. No fue una
conversación muy larga; Sara estaba ner
viosa, a punto de cantar, y se mostró un
poco desagradable conmigo. Me molestó
al principio, pero luego lo fui olvidando.
En cambio, sus ojos… ¿Cómo podría olvi
darme de esos ojos? Eran los ojos de Leila,
el personaje femenino de
Dark Legend
, la
protagonista de mi historia.
Después de aquel encuentro tan poco pro
metedor, más de una vez he pensado que
quizá debería intentar volver a verla. Tal
vez la pillé en un mal momento. A lo mejor,
si ella me conociera de verdad, podría lle
gar a interesarse por mí. Una vez incluso
pensé en pedirle a Alberto que la invitase
a una de sus fiestas. Su mujer,Di, colabora a
veces con Sweet Pink. Debe de conocerla
en persona. Si Sara asistiese a una de esas
cenas «íntimas» para quince o veinte per
sonas que Alberto y Di suelen dar en su